Experto dice que los labubus son una "respuesta psicológica" al agotamiento y la desconexión: ¿qué significa eso?
TikTok e Instagram están inundados de contenido con temática de Labubu (unboxings, intercambios e incluso sketches) que construyen una subcultura que ofrece pertenencia instantánea.

Aunque los llaveros de muñecas Labubu pueden parecer una diversión inocente, los psicólogos sugieren cada vez más que la locura mundial por estas pequeñas y esponjosas criaturas refleja un vacío emocional más amplio, arraigado en el agotamiento, la ansiedad y la desconexión social.
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Los Labubus son peculiares juguetes con forma de gremlin, diseñados por el artista hongkonés Kasing Lung, y se venden principalmente a través de Pop Mart, una juguetería china conocida por sus coleccionables en cajas sorpresa. Desde su lanzamiento en 2019, las figuras Labubu han ganado popularidad en todo el mundo, especialmente entre los millennials y la generación Z.
Vendido en cajas selladas, cada Labubu contiene un personaje sorpresa diferente, lo que convierte el proceso de desempaquetado en una parte esencial de su atractivo. Con cada compra, se siente una descarga de dopamina: una mezcla de anticipación y deleite que hace que los coleccionistas regresen.
Agotamiento, incertidumbre y la comodidad de las baratijas
Pero ¿qué impulsa esta repentina fascinación por las figuritas pequeñas? La psicóloga clínica colegiada Tracy King le comentó a Tyla que el auge del Labubu no se debe solo a la nostalgia o la estética:
La cultura de las baratijas es una respuesta al agotamiento y la desconexión. No es una tendencia superficial. Es una respuesta psicológica a las exigencias de la vida moderna.
Mientras muchos adultos jóvenes enfrentan incertidumbre económica, crecientes costos de vida, ansiedad climática y sobrecarga de información, Labubus ofrece una fuente manejable de alegría: lo suficientemente pequeña para llevar, coleccionar y exhibir, pero lo suficientemente poderosa para mejorar el estado de ánimo o brindar consuelo.
Pequeños símbolos de control y estabilidad

Según King, las muñecas Labubu sirven como microlujos: indulgencias económicas que ofrecen satisfacción emocional en un mundo que parece cada vez más inestable:
'Mientras la sociedad siga fragmentada y exigente, la gente seguirá buscando formas suaves, pequeñas y simbólicas de sentirse mejor.'
'Estos objetos suaves y divertidos evocan sentimientos de seguridad, cuidado y nostalgia, cosas que podrían haber faltado o interrumpido en los primeros años de vida'.
"Esto es trabajo con el niño interior en acción".
Esta idea no es nueva. Durante la pandemia, los adultos recurrieron a los rompecabezas, la repostería y los libros para colorear por razones similares. Lo que distingue a la fiebre del Labubu es cómo las redes sociales han amplificado su difusión y ritualizado su cultura.
La economía de la dopamina: cómo las cajas ciegas nos mantienen enganchados
La terapeuta licenciada Lindsay Fleming dijo a POPSUGAR que la recompensa psicológica no proviene sólo del juguete en sí, sino del acto de adquirirlo.
"Existe la comodidad, luego está este toque de sorpresa y anticipación, y luego está algo de... esto también puede ser una inversión".
Esta imprevisibilidad se traduce en compras repetidas y, en algunos casos, en acaparamiento. En abril de 2025, las tiendas Pop Mart de Londres se vieron obligadas a suspender las ventas de Labubu tras, según informes, disputas por los modelos de edición limitada.
Comunidad en un mundo solitario
Para muchos fans, coleccionar Labubus también es una puerta de entrada a la conexión. Plataformas sociales como TikTok e Instagram están repletas de contenido con temática de Labubu (unboxings, intercambios e incluso sketches), creando una subcultura que ofrece una sensación de pertenencia instantánea.
Fleming explica que este entusiasmo compartido ayuda a aliviar el aislamiento: "Creo que conecta a la gente. Si ves a alguien en la calle con un Labubu, y llevas un Labubu en tu bolso, y haces contacto visual, piensas: 'Te entiendo, chica. Te conozco'".
El sentido de comunidad es real, aunque digital. Para los coleccionistas que sufren soledad o ansiedad social, el fandom de Labubu se convierte en un refugio.
De la comodidad a la compulsión: cuando coleccionar va demasiado lejos

Sin embargo, no todos los expertos están entusiasmados. La Dra. Emma Palmer-Cooper, psicóloga entrevistada por Tyla , advirtió que este tipo de coleccionismo a veces puede derivar en un comportamiento compulsivo, principalmente cuando se ve impulsado por la comparación social o sentimientos de incompetencia.
Ella dijo: "Cuando un pasatiempo comienza a dominar la vida de alguien, ya sea ocupando un espacio significativo, volviéndose una carga financiera o fomentando una competencia malsana, puede afectar negativamente el bienestar".
'La dinámica social en torno al coleccionismo puede volverse tóxica si pasa de la alegría compartida a la comparación, la competencia o el estatus'.
La popularidad de las plataformas de reventa como eBay, donde los Labubus raros se venden por cientos de libras, también ha intensificado la presión para adquirir y hacer alarde de las últimas figuras, empujando a algunos fanáticos a dificultades financieras.
No sólo Labubus: la cultura de las baratijas como fenómeno global
Puede que Labubu sea la cara del momento, pero forma parte de una tendencia mucho mayor. Los expertos afirman que vivimos en una época marcada por la cultura de las baratijas, una era en la que los objetos pequeños y con gran impacto emocional desempeñan un papel desproporcionadamente importante en el bienestar emocional de las personas.
Según datos de Axios , las ventas en vivo de Labubu crecieron un 300% mes a mes entre marzo y junio de 2025. Las cifras de Pop Mart indican que la marca se está expandiendo a nuevos mercados a un ritmo récord, y las ventas agotadas en el Reino Unido ahora se están volviendo algo común.
¿Qué significa todo esto?
Tracy King cree que este movimiento refleja una corriente social más profunda:
En apariencia, son divertidos y extravagantes. Pero psicológicamente, son profundamente simbólicos: estos objetos ofrecen pequeños y accesibles momentos de comodidad, control e identidad en un mundo impredecible.
En su máxima expresión, objetos coleccionables como Labubu pueden brindar consuelo, conexión e incluso sanación. Pero también resaltan problemas más amplios como la salud mental, la inseguridad económica y la reducción de los espacios donde las personas se sienten verdaderamente seguras.
Ya sea que la fiebre del Labubu se desvanezca o se convierta en algo más duradero, una cosa es segura: no se trata solo de juguetes bonitos. Se trata de cómo la gente sobrevive y se adapta a la vida moderna.
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