Liam Neeson responde a las reacciones negativas e insiste en que no es antivacunas después de su papel de doblaje en la película sobre la COVID-19 con RFK Jr.

Una de las estrellas más fieles del cine, el rudo y encantador Liam Neeson, se encuentra actualmente envuelto en un incidente internacional que incluso su personaje, Bryan Mills, de la saga Venganza, tendría dificultades para resolver con unas habilidades especiales. El venerado actor norirlandés intenta desesperadamente distanciarse de las acusaciones de que es un activista antivacunas tras el estreno de un nuevo documental muy controvertido que narró.
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La película en cuestión, Plague of Corruption, se ha convertido rápidamente en blanco de críticas, presentando una serie de teorías sobre la COVID-19 desacreditadas desde hace tiempo y brindando una generosa plataforma a teóricos de la conspiración de alto perfil. Para una estrella de la talla de Liam Neeson, una figura cuyo nombre le otorga una seriedad instantánea y credibilidad en el público general, la mera asociación con dicho material es catastrófica.
Es una yuxtaposición sorprendente: la voz de un activista humanitario mundial que defiende los esfuerzos globales de inmunización de UNICEF ahora proporciona una voz tranquilizadora y autorizada a una producción ampliamente condenada por difundir información errónea y peligrosa.
Hay muchísimo en juego, cruzando la línea entre la controversia hollywoodense y la auténtica preocupación por la salud pública. El documental se basa en un libro de Judy Mikovits, una excientífica desacreditada cuya afirmación central e infundada, que la COVID-19 se originó a partir de una vacuna contra la gripe, se ha difundido.
Además, el productor ejecutivo de la película es Kent Heckenlively, conocido por colaborar con figuras como el conocido presentador estadounidense de conspiraciones, Alex Jones. Incluso el director, Michael Mazzola, tiene un historial de trabajo en proyectos centrados en ovnis, lo que le aporta un toque peculiar y original a toda la producción.
El contenido de la película, narrado por Neeson, es profundamente preocupante. Critica los confinamientos pandémicos establecidos, cuestiona las políticas de investigación sobre vacunas y reitera las afirmaciones de que vacunas cruciales se realizaron de forma apresurada y se probaron deficientemente. Además, resucita activamente ideas desacreditadas desde hace tiempo que intentan vincular las vacunas infantiles con el autismo.

Liam Neeson niega postura antivacunas tras apoyar polémicas afirmaciones sobre la COVID-19
La reacción inmediata obligó a los representantes del actor a emitir un comunicado contundente. Negaron rotundamente la acusación, intentando crear una barrera entre la estrella y el contenido tóxico de la película.
"Liam nunca ha sido, ni es, antivacunas", confirmó su portavoz. Subrayaron que su amplio y sostenido apoyo a las iniciativas mundiales de inmunización y salud pública, en particular a través de su trabajo con UNICEF, debería ser prueba suficiente de su verdadera postura. Añadieron, de forma crucial, que el actor "no influyó en el contenido editorial de la película, y cualquier pregunta sobre sus afirmaciones o mensajes debe dirigirse a los productores".
Esta defensa sugiere la narrativa de un actor que quizás aceptó un trabajo de doblaje sin investigar a fondo el contenido, profundamente perjudicial, un descuido que ahora pone una enorme presión sobre su reputación. La implicación es que la voz de la película fue un trabajo contratado, desconectado de la agenda política y científica que promovía.
Sin embargo, ante la opinión pública, la voz de la estrella, reconocible, empática e imponente, es el máximo respaldo editorial. Su estilo característico, con la autoridad y la integridad que le han otorgado décadas en pantalla, es precisamente lo que le otorga a esta película conspirativa una legitimidad que jamás podría alcanzar por sí sola.

La nube tóxica de la conspiración: Por qué el papel de Robert F. Kennedy Jr. pone a Liam Neeson en una tormenta política
El elemento más significativo que transforma esta historia de un error de celebridad a un escándalo político es la aparición destacada de Robert F. Kennedy Jr. Aparece a lo largo de la producción, atacando vehementemente las normas de seguridad de las vacunas establecidas y criticando al ex director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de EE. UU., Anthony Fauci.
El papel de Kennedy adquiere una relevancia sumamente relevante debido a su cargo actual: ahora se desempeña como Secretario de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos bajo el gobierno de Donald Trump .
La imagen del responsable del sistema de salud pública estadounidense promoviendo teorías antivacunas desacreditadas en una película narrada por una estrella de primera línea ha desatado una polémica política internacional. Su presencia en el documental, combinada con la autoritaria narración de Liam Neeson, crea una potente, aunque profundamente engañosa, caja de resonancia para estas peligrosas ideas.
Para Neeson, un hombre conocido por sus papeles dramáticos pero contenidos en la pantalla, este momento representa una pérdida de control sobre su propia imagen y mensaje.
Puede que no haya tenido intención de respaldar el movimiento antivacunas, pero al prestar su voz, una voz que critica los confinamientos y cuestiona las políticas de salud pública, a una plataforma construida sobre ciencia desacreditada, se ha convertido, intencionalmente o no, en una de sus armas más poderosas.
La controversia sirve como una dura advertencia a las celebridades sobre la responsabilidad moral que conlleva su glamour único y los profundos peligros de proporcionar un micrófono sin filtros a la desinformación.
La controversia en torno a Plaga de Corrupción y las advertencias de salud pública que desestima ponen de relieve una nueva y crucial responsabilidad para figuras de alto perfil. Si bien los representantes de Liam Neeson insisten en que su voz fue contratada, desvinculada de la intención editorial de la película, su credibilidad global se utilizó como arma para legitimar desinformación peligrosa. La línea entre el compromiso profesional y el respaldo moral nunca ha sido tan delgada.
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