El 31 de octubre de 1974, en el suburbio de Deer Park, Texas, el día de Halloween se convirtió en una pesadilla para cientos de familias. Esa noche, Ronald Clark O'Bryan, conocido después como "The Candy Man" o "The Man Who Killed Halloween", asesinó a su hijo de ocho años, Timothy O'Bryan, al darle un tubo de caramelo tipo Pixy Stix con cianuro de potasio. Su intención era cobrar el dinero de varias pólizas de seguro de vida que había contratado poco antes.