El nuevo documental de Netflix, 'Juan Gabriel: Debo, Puedo y quiero, dividido' en cuatro partes, ofrece la mirada más íntima jamás vista a la vida del artista más querido de México y Latinoamérica. A través de más de 2000 horas de material personal, notas manuscritas y grabaciones, Juan Gabriel cuenta su historia con su propia voz, una voz que parece regresar de entre los muertos para demostrar, una vez más, que "El Divo de Juárez" es eterno.

La producción, dirigida por María José Cuevas, se nutre de un asombroso archivo privado que el propio Juan Gabriel filmó y catalogó durante décadas, cuyo uso fue autorizado por sus herederos. Las cámaras lo siguieron por estudios, escenarios y solitarias habitaciones de hotel, revelando a un hombre que transformó el dolor en música y la soledad en arte.

A continuación, junto con más de treinta impactantes imágenes de su colección personal y su trayectoria profesional, se presentan las revelaciones más escalofriantes que han dejado atónitos tanto a fans como a críticos.

Abandonada a los cinco años

Alberto Aguilera Valadez nació en Parácuaro, Michoacán, y tenía solo cinco años cuando su madre lo internó en un orfanato para niños de escasos recursos en Ciudad Juárez. Nadie lo visitó durante siete años. La serie reconstruye su infancia a través de sus escritos y canciones tempranas, un retrato de dolor y resiliencia.

El rechazo que impulsó una vida

Cuando finalmente escapó del orfanato siendo adolescente y encontró a su madre, ella se negó a recibirlo de vuelta. Ese rechazo, según amigos y cartas que dejó, se convirtió en el motor de su carrera. Se prometió a sí mismo alcanzar tal éxito que algún día ella se sentiría orgullosa de él.

Abuso por parte de un sacerdote

Quizás la revelación más dolorosa del documental proviene directamente de los diarios privados de Juan Gabriel. A los trece años, mientras trabajaba como sirviente para un sacerdote local, fue violado. La confesión aparece escrita de su puño y letra, leída en voz alta sobre imágenes de archivo borrosas. La escena ha conmocionado al público de toda Latinoamérica y es una de las razones por las que la serie ha sido descrita como devastadora y necesaria a la vez.

Cuatro estancias en la cárcel

Los primeros años del artista estuvieron marcados por la pobreza y la incomprensión. Fue encarcelado cuatro veces: dos por hurtos menores, una durante su juventud por ser afeminado y otra de joven adulto tras ser acusado falsamente de robo. Más tarde afirmó que esas experiencias lo hicieron intrépido en el escenario.

La doble vida: Alberto y Juan Gabriel

La docuserie revela cómo el tímido y reservado Alberto Aguilera creó al carismático Juan Gabriel como una coraza. En el escenario era adorado por millones, pero fuera de él vivía prácticamente aislado. Esa doble identidad se convirtió tanto en su salvación como en su perdición.

Soledad tras las luces

Aun cuando llenaba estadios y colaboraba con estrellas internacionales, las notas y cintas privadas de Juan Gabriel revelan a un hombre que solía cenar solo después de los conciertos, componiendo canciones durante noches en vela. Su música, como sugiere el documental, era su única compañía constante.

Problemas financieros a pesar de la fama

La serie de Netflix no elude sus batallas con el dinero y el control de su propio catálogo. A pesar de ganar millones, el cantante a menudo se enfrentó a demandas y disputas contractuales que lo agotaron. "Lo regaló todo: amor, canciones, dinero, porque no soportaba decir que no", afirma un antiguo colaborador entrevistado para el documental.

Redefiniendo el ídolo de la música mexicana

Juan Gabriel rompió con la imagen del cantante mexicano machista y estoico, personificada por leyendas como Javier Solís y Vicente Fernández. Con vestuarios extravagantes, coreografías elaboradas y una expresividad sin complejos, transformó la concepción nacional de la masculinidad y la interpretación. La serie destaca cómo su rebeldía abrió las puertas a generaciones de artistas.

Pasión por la tecnología y la fotografía

Un detalle sorprendente de sus archivos: Juan Gabriel estaba obsesionado con filmar, grabar y experimentar con nuevas tecnologías. Poseía cámaras, mesas de edición y grabadoras digitales de primera generación, y a menudo documentaba sus ensayos y viajes mucho antes de que existieran los videoblogs de famosos.

@soyjuangabriel

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A través de sus propias palabras e imágenes, Juan Gabriel: Debo, Puedo y Quiero transforma al ícono en un hombre nuevamente, herido, brillante e infinitamente creativo.

Para los fans de todo el continente americano, el documental es más que nostalgia; es un acto de resurrección. Su voz, grabada hace décadas, narra su viaje de la pobreza a la inmortalidad.

Juan Gabriel puede haber abandonado los escenarios, pero en esta serie vuelve a cantar, demostrando que las leyendas nunca mueren del todo.

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