La historia que durante décadas ha definido el arquetipo de la mujer herida que se reconstruye desde el poder volvió a ponerse bajo los reflectores con el estreno de la telenovela Doménica Montero, la nueva apuesta de TelevisaUnivision para 2025 y 2026. Aunque muchos espectadores la asocian de inmediato con Soy tu dueña, la última versión mexicana, emitida en 2010, ambas producciones revelan más diferencias que similitudes cuando se observan desde una perspectiva narrativa, generacional y de casting.

Soy tu dueña, protagonizada por Lucero y Fernando Colunga, llegó a la pantalla en un momento en el que la telenovela clásica aún dominaba el prime time. Su historia seguía fielmente la estructura melodramática heredada de La doña y La dueña: Valentina Villalba es abandonada en el altar, se refugia en su hacienda y se transforma en una mujer dura, desconfiada y temida, mientras el amor surge en medio de celos, intrigas familiares y villanos claramente delineados.

El relato apostaba por emociones extremas, antagonistas sin matices y una narrativa extensa pensada para una audiencia acostumbrada a acompañar una historia durante meses.

Quince años después, Doménica Montero retoma el mismo punto de partida, una mujer plantada en el altar que decide replegarse a su mundo para recomponerse, pero lo hace desde un lenguaje distinto. Angelique Boyer interpreta a una protagonista que ya no solo es heredera o terrateniente, sino empresaria, filántropa y figura pública. La humillación no ocurre únicamente en el plano íntimo, sino también en el social, amplificada por la mirada ajena y por un entorno donde la imagen y el poder tienen nuevas reglas. El abandono no la convierte en una villana fría, sino en una mujer que cuestiona sus propias decisiones y redefine su manera de amar y liderar.

El contraste entre ambas versiones también se refleja con claridad en sus protagonistas masculinos. En Soy tu dueña, José Miguel, interpretado por Fernando Colunga, representaba al hombre noble, tradicional y protector, un contrapeso emocional clásico frente a la dureza de Valentina. En Doménica Montero, Marcus Ornellas da vida a Luis Fernando, un personaje con un pasado más complejo, menos idealizado y más emocionalmente vulnerable, acorde con una narrativa que busca relaciones menos rígidas y más humanas.

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Las antagonistas son otro punto clave de ruptura. Ivana Dorantes, el icónico personaje de Gabriela Spanic en Soy tu dueña, encarnaba la villanía absoluta, marcada por la envidia y la obsesión, sin grandes zonas grises. En cambio, Kiara, interpretada por Scarlet Gruber en Doménica Montero, responde a un modelo contemporáneo de antagonismo, donde las motivaciones personales, la ambición y el contexto pesan tanto como la maldad explícita. El conflicto ya no se reduce a buenos contra malos, sino a choques de intereses y heridas emocionales.

A nivel narrativo, la diferencia más evidente es el ritmo. Soy tu dueña apostaba por una construcción lenta y expansiva, con múltiples subtramas y una duración propia de la televisión abierta tradicional. Doménica Montero, en cambio, fue concebida para un ecosistema multiplataforma, con una narrativa más condensada, visualmente más estilizada y pensada para una audiencia global que consume ficción de forma distinta.

Así, más que una simple actualización, Doménica Montero funciona como una reinterpretación generacional de un mismo mito televisivo. Mientras Soy tu dueña representa el cierre de una era dorada del melodrama clásico mexicano, la nueva versión apuesta por un relato donde el empoderamiento femenino, la complejidad emocional y el contexto contemporáneo redefinen lo que significa ser "la dueña" en el siglo XXI.