Sarah Ferguson podría vender cartas de la princesa Diana ante su posible exilio de la realeza

Cuando el prestigio de la realeza y la financiación pública se evaporan, ¿qué queda? Para Sarah Ferguson, la ex duquesa de York, la respuesta puede ser una "desesperada búsqueda de dinero" y para conseguirlo podría no dudar en hacer lo que para muchos sería impensable.
Ahora que se enfrenta a un futuro financiero precario tras haber sido expulsada de la familia real, fuentes cercanas afirman que Ferguson está contemplando una medida que sería increíblemente lucrativa y potencialmente devastadora para su reputación: vender su colección privada de recuerdos reales, incluidas cartas profundamente personales de la difunta princesa Diana .
La caída en desgracia de Ferguson está intrínsecamente ligada a la de su exmarido, Andrew Mountbatten-Windsor, el antiguo príncipe Andrés. Antiguo miembro de la realeza, Andrés es el tercer hijo de la reina Isabel II y hermano del rey Carlos III.
Su vida, y por extensión la de Sarah, se derrumbó tras el intenso escrutinio público al que se vio sometido por su amistad con el delincuente sexual convicto Jeffrey Epstein.
Tras enfrentarse a las acusaciones de abuso sexual presentadas por Virginia Giuffre en 2021, Andrés se vio obligado a renunciar a su título de duque de York y a todas sus funciones reales. Sara, que había conservado el título de duquesa por cortesía, también lo perdió.
Esta medida rompió sus últimos vínculos formales con la institución monárquica y, lo que es crucial, su financiación, dejándolos en una situación desesperada.
¿La "desesperada maniobra de Sarah Ferguson para sacar dinero": Las cartas de Diana están en el mercado?
Las consecuencias económicas han sido devastadoras. Según el informe principal de RadarOnline , tanto Ferguson como su exmarido se encuentran prácticamente exiliados y ahora atraviesan una difícil situación financiera. Esta desesperación es, al parecer, el principal motivo de la posible venta.
Una fuente cercana afirma que Ferguson está revisando un tesoro de recuerdos que abarcan varias generaciones. Si bien esta colección incluye objetos personales como recuerdos de bodas y fotografías privadas, las joyas de la corona son, sin duda, las cartas de la princesa Diana.
Esto no son simples cortesías. Un reportaje de New Idea alega que Ferguson ha "acumulado décadas de correspondencia". Esta colección supuestamente incluye "notas íntimas" que revelan las luchas personales de la difunta princesa y sus verdaderos sentimientos sobre las presiones de la vida real. El valor de estos objetos es prácticamente incalculable para los coleccionistas. Una fuente cercana afirmó sin rodeos: "Cualquier cosa relacionada con Diana puede valer millones".
Esto convierte las cartas en un "arma secreta" en la lucha de Sarah Ferguson por su seguridad financiera. Legalmente, tiene vía libre. Otra fuente señaló que Ferguson "es plenamente consciente de que nadie puede impedirle vender lo que le pertenece", especialmente las cartas privadas de las que es propietaria legal.
Una "traición" a una princesa: Sarah Ferguson y la ética de la venta
La legalidad de la venta, sin embargo, es independiente de la polémica ética que desataría. La sola idea de vender estas cartas tan personales se considera un acto de "clara falta de respeto y traición".
Eso significaría monetizar el fideicomiso y el legado de la princesa Diana. Ferguson, quien ya ha enfrentado controversias financieras, estaría subastando los pensamientos privados de una mujer que, en su momento, fue su amiga y cuñada.
Aunque el entorno de Ferguson no ha confirmado oficialmente la decisión, los informes pintan un panorama desalentador. Si sigue adelante, sin duda se enfrentará a una fuerte reacción negativa de los medios, especialmente de los millones de personas que aún sienten una profunda lealtad protectora hacia la querida princesa.
La situación pone de manifiesto una triste realidad: Sarah Ferguson se encuentra en una situación financiera desesperada. Pero en su intento por salvarse, podría volver a convertir a la princesa Diana en un bien muy preciado, asegurando así que, incluso después de su muerte, la princesa siga siendo objeto de especulación.
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