El príncipe Andrés está enfrascado en una disputa prolongada y cada vez más tensa con el rey Carlos III sobre el futuro de su hogar en Royal Lodge, lo que pone de relieve lo que fuentes privilegiadas describen como un creciente problema de palacio en la gestión de su vida posterior al escándalo, aseguran observadores de la monarquía británica.

La insistencia del duque de York en conseguir un amplio acuerdo financiero y de vivienda es considerada por los expertos como una prueba de su negativa a aceptar la realidad de su reducido estatus real.

La orden de un rey y el desafío de un hermano

Durante meses, el Palacio de Buckingham ha estado instando al Príncipe Andrés a que desaloje Royal Lodge, la mansión de 30 habitaciones en Windsor Great Park que ha ocupado desde 2003. La propiedad está sujeta a un contrato de arrendamiento a largo plazo de Crown Estate, por el que, según se informa, el Duque pagó una tarifa inicial de £1 millón y un alquiler anual simbólico.

Esta medida forma parte de un esfuerzo más amplio del rey Carlos por racionalizar la cartera de propiedades reales y proyectar una imagen de la monarquía más económica. Sin embargo, los informes sugieren que Andrés se resiste a la presión para marcharse a menos que reciba lo que algunos han llamado un "paquete de salida" desorbitado.

Según la BBC, las discusiones entre el Rey y su hermano se han intensificado en las últimas semanas, y el Palacio está interesado en resolver el asunto de forma silenciosa mientras aumenta el escrutinio público sobre las favorables condiciones de alquiler de Andrés.

Las demandas de vivienda

Fuentes reales dijeron a varios medios de comunicación que el duque ha buscado asegurar no una sino dos casas de reemplazo como parte de sus negociaciones.

Se dice que quiere que tanto Frogmore Cottage, una vez ocupada por el duque y la duquesa de Sussex, como Adelaide Cottage, la actual residencia del príncipe y la princesa de Gales, sean utilizadas por su exesposa, Sarah Ferguson.

Según informes, también ha solicitado una compensación no revelada en caso de que se le obligue a abandonar la Logia Real por completo. Un comentarista real describió a Andrés como "completamente desconectado de la realidad" y aún aferrado a los privilegios de un miembro de la realeza en activo a pesar de haber sido despojado de sus funciones públicas.

Frogmore
La Casa Frogmore original fue construida entre 1680 y 1684 por el arquitecto Hugh May, quien la diseñó para su sobrino durante el reinado del rey Carlos II.

La negativa de Frogmore

Se cree que el duque ya rechazó una oferta para mudarse solo a Frogmore Cottage. La propiedad, que fue devuelta a la Corona después de que el príncipe Harry y Meghan se mudaran a Estados Unidos, se consideró un acuerdo razonable. La negativa de Andrés ha tensado aún más las relaciones familiares y ha creado lo que, según expertos, es un "dolor de cabeza delicado" para el rey.

Los asesores del palacio dicen que la situación ha pasado de ser un asunto privado a una prueba visible de la autoridad del rey Carlos, que trabaja para mantener una imagen de monarquía moderna y eficiente mientras evita una disputa abierta con su hermano.

Un punto ciego del palacio

Los observadores afirman que la disputa expone un problema persistente en Palacio: cómo gestionar los asuntos del príncipe Andrés tras su retirada de la vida pública. La decisión de permitir que se filtraran detalles de sus demandas ha sido criticada como un paso en falso evitable que podría dañar aún más su reputación.

Como la simpatía pública por Andrew es prácticamente inexistente y aún hay dudas sobre sus vínculos con el escándalo de Jeffrey Epstein, los comentaristas argumentan que el Rey debe actuar con decisión para evitar socavar su agenda reformista.

¿Qué viene después?

Aunque no se ha emitido ningún comunicado oficial, fuentes cercanas afirman que las conversaciones continúan. Se dice que el rey Carlos se mantiene firme en su plan de reducir el número de residencias de gracia y favor y aumentar la rendición de cuentas de la monarquía.

El resultado final determinará no sólo dónde vivirá el Príncipe Andrés, sino también si el Rey puede hacer valer su autoridad y defender la visión de una familia real más pequeña y transparente.

Por ahora, la Logia Real permanece ocupada, la disputa sin resolver y la atención una vez más centrada en la capacidad de la casa real para gestionar a una de sus figuras más problemáticas.